miércoles, 22 de abril de 2009

Día del libro y del derecho... al monopolio intelectual


El 23 de abril se celebra, como ustedes saben, el Día del libro y del derecho al monopolio intelectual...no perdón del derecho de autor.

Qué puedo decir. Es que ese agregado ...y del derecho de autor al Día del libro me resulta francamente molesto. Me quedo con la primera parte del día, con las primeras 12 horas, que son las del libro, las del derecho de autor prefiero no celebrarlas.
Me pregunto por qué no lo llamaron mejor Día del libro y del derecho a la Cultura, o mejor Día del libro y del copyleft, o Día del libro y del Procomún.

No puedo menos que deplorar la decisión de la Unesco de contaminar esta recordación, que nació con la noble intención de rememorar y homenajear al libro, con la extensión del homenaje a esa oscura y desafortunada institución legal llamada derecho de autor; como si fueran ambos, libro y derecho de autor, igualmente beneficiosos. Esa es una forma no muy sutil de legitimar la privatización del conocimiento. Es una manera de presentar al Derecho de Autor como esencial para la existencia y supervivencia del libro. Los que amamos y cultivamos el libro debemso también amar y cultivar el derecho de autor, eso el lo que nos dicen con esta celebración conjunta de ambos artificios.

Y según esa lógica diríase que sólo los libros protegidos por derecho de autor son valiosos, y los otros, los que han pasado, con el tiempo, al dominio público, y los que han nacido directamente sin restricciones para su copia y redistribución serían despreciables. Pero es justamente al revés: los libros libres son los que más provecho generan a la sociedad, pues no amenazan a los interesados con demandas por atentar contra la propiedad de nadie, y por eso se comparten, llegan a más lectores, y lo que eran signos en una hoja o pantalla se convierten en conocimientos, ideas y pensamientos nuevos que generarán a su vez más conocimiento.

Y esta legitimación es peor que peor tratándose de un Organismo como la Unesco desde el cual se supone deben emanar políticas tendientes al libre acceso a la cultura. Pero paradójicamente este organismo se empeña en mantener el paradigma económico del mercado, según el cual todo lo que hace un individuo tiene el propósito de obtener ganancias personales y ese individualismo mercantilista generará, a la larga, un nivel de riqueza tan elevado que alcanzará a la sociedad toda. En ese mundo la libertad no es libertad de compartir, es libertad de empresa, libertad para privatizar, para apropiarme de lo que debería ser público. Obviamaente en ese paradigma no entran las categorías más humanas como la moralidad, la cooperación, la solidadridad, el interés social. No, nada de eso, todo lo que hace el hombre persigue fines egoístas indefectiblemente y toda otra conducta es una ingenuidad o una locura.

Y la estrategia más hábil de los grupos económicos, la movida de ajedrez, consiste en lograr que justamente aquello que les da poder sea visto por los propios perjudicados como un favor, una protección, una manera de defenderse. Y así el derecho de autor se convierte en una bandera que no sólo ellos enarbolan, sino los autores, la gente de la cultura, los bibliotecarios, el público y demás desprevenidos. ¿Nuestro amo juega al esclavo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario