domingo, 26 de abril de 2009

El lanzamiento de la Biblioteca Digital Mundial

Biblioteca Digital Mundial

Como digo una cosa digo la otra
La Chimoltrufia

Si bien en el post anterior he desaprobado la defensa del derecho de autor por parte de la Unesco, debo aclarar ahora que no se trata de una desaprobación general de esa institución. Obviamente no creo que la Unesco sea un Organismo perverso. Pero sí creo que comete grandes, enormes errores en esa materia.
No obstante, en otros aspectos hay que reconocer que está haciendo un buen trabajo. Sin ir más lejos, ahora debo ponerme de pie, sacarme el sombrero y aplaudir con vítores y chiflidos el lanzamiento del sitio Biblioteca Digital Mundial. Si quieren saber de qué se trata este megaproyecto ingresen al sitio. Por lo pronto les dejo algo de información extraída de la propia página de la Biblioteca:
"El Bibliotecario del Congreso de los EE.UU. James H. Billington propuso la creación de la Biblioteca Digital Mundial en un discurso dirigido a la Comisión Nacional de los EE.UU. para la UNESCO en junio de 2005. La idea básica era crear una colección en Internet, de fácil acceso, de todos los tesoros culturales del mundo que contaran las historias y destacaran los logros de todos los países y culturas, promoviendo así la sensibilización y el entendimiento intercultural. La UNESCO acogió la idea como contribución para cumplir los objetivos estratégicos de la UNESCO, que incluyen promover las sociedades del conocimiento, aumentar las capacidades de los países en desarrollo y promover la diversidad cultural en la web."


miércoles, 22 de abril de 2009

Día del libro y del derecho... al monopolio intelectual


El 23 de abril se celebra, como ustedes saben, el Día del libro y del derecho al monopolio intelectual...no perdón del derecho de autor.

Qué puedo decir. Es que ese agregado ...y del derecho de autor al Día del libro me resulta francamente molesto. Me quedo con la primera parte del día, con las primeras 12 horas, que son las del libro, las del derecho de autor prefiero no celebrarlas.
Me pregunto por qué no lo llamaron mejor Día del libro y del derecho a la Cultura, o mejor Día del libro y del copyleft, o Día del libro y del Procomún.

No puedo menos que deplorar la decisión de la Unesco de contaminar esta recordación, que nació con la noble intención de rememorar y homenajear al libro, con la extensión del homenaje a esa oscura y desafortunada institución legal llamada derecho de autor; como si fueran ambos, libro y derecho de autor, igualmente beneficiosos. Esa es una forma no muy sutil de legitimar la privatización del conocimiento. Es una manera de presentar al Derecho de Autor como esencial para la existencia y supervivencia del libro. Los que amamos y cultivamos el libro debemso también amar y cultivar el derecho de autor, eso el lo que nos dicen con esta celebración conjunta de ambos artificios.

Y según esa lógica diríase que sólo los libros protegidos por derecho de autor son valiosos, y los otros, los que han pasado, con el tiempo, al dominio público, y los que han nacido directamente sin restricciones para su copia y redistribución serían despreciables. Pero es justamente al revés: los libros libres son los que más provecho generan a la sociedad, pues no amenazan a los interesados con demandas por atentar contra la propiedad de nadie, y por eso se comparten, llegan a más lectores, y lo que eran signos en una hoja o pantalla se convierten en conocimientos, ideas y pensamientos nuevos que generarán a su vez más conocimiento.

Y esta legitimación es peor que peor tratándose de un Organismo como la Unesco desde el cual se supone deben emanar políticas tendientes al libre acceso a la cultura. Pero paradójicamente este organismo se empeña en mantener el paradigma económico del mercado, según el cual todo lo que hace un individuo tiene el propósito de obtener ganancias personales y ese individualismo mercantilista generará, a la larga, un nivel de riqueza tan elevado que alcanzará a la sociedad toda. En ese mundo la libertad no es libertad de compartir, es libertad de empresa, libertad para privatizar, para apropiarme de lo que debería ser público. Obviamaente en ese paradigma no entran las categorías más humanas como la moralidad, la cooperación, la solidadridad, el interés social. No, nada de eso, todo lo que hace el hombre persigue fines egoístas indefectiblemente y toda otra conducta es una ingenuidad o una locura.

Y la estrategia más hábil de los grupos económicos, la movida de ajedrez, consiste en lograr que justamente aquello que les da poder sea visto por los propios perjudicados como un favor, una protección, una manera de defenderse. Y así el derecho de autor se convierte en una bandera que no sólo ellos enarbolan, sino los autores, la gente de la cultura, los bibliotecarios, el público y demás desprevenidos. ¿Nuestro amo juega al esclavo?

sábado, 18 de abril de 2009

El nacimiento del copyright

Les dejo un fragmento del imprescindible artículo de Wu ming: Apuntes inéditos sobre copyright y copyleft (2005). Un claro ejemplo de que el conocimiento de la hisotria nos abre los ojos.


Nacimiento del copyright y censura: contra el "mito de los orígenes" liberal


Volvamos al ABC, poniendo uno tras otro los hechos conocidos y recapitulados en varias ocasiones. La historia del copyright comienza en el siglo XVI en Inglaterra. La difusión de la imprenta, la posibilidad de distribuir varias copias de un escrito, infunde ánimo a quienquiera tenga algo que decir, especialmente para lo político. Hay un auge de panfletos y diarios. La Corona teme la difusión de ideas subversivas y decide confiar a alguien el control de lo que se imprime.
En 1556 nace la corporación de los Stationers [editores-tipógrafos-libreros], casta profesional a la cual se concede en exclusiva el "derecho de copia" [copy right], y por ello detenta el monopolio de las tecnologías de impresión. El que quiera imprimir algo tiene que pasar por su tamiz. Hasta entonces todo era distinto, todos podían hacer imprimir copias de una obra literaria o teatral, el autor no se preocupaba porque no mantenía los derechos (que no existían), lo importante era que las obras circularan y aumentaran la fama del autor, porque de ese modo captaría la atención de muchos comitentes (mecenas particulares, entes culturales de diversos tipos como teatros, etc.). A partir de ese momento, en cambio, una obra podía imprimirse solamente si obtenía el visto bueno (en la práctica, la aprobación de la censura de estado) y se anotaba en el registro oficial -¡atención a este detalle! - a nombre de un stationer, que se convertía en el propietario de la obra en el interés del estado.
Toda la mitología "liberal" sobre el copyright como derecho natural, que nace espontáneamente gracias al crecimiento y a las dinámicas del mercado... ¡son patrañas! El origen remoto del copyright reside en la censura previa y en la necesidad de restringir el acceso a los medios de producción de la cultura (es decir: restringir la circulación de ideas).
Pasa un siglo y medio y durante este período la autoridad de la Corona sufre ataques inauditos: la rebelión escocesa de 1638, la "Grand Remonstrance" parlamentaria de 1641, el estallido de la guerra civil en el año sucesivo, la revolución de Cromwell con decapitación del rey incluida... Hacia finales de los años cincuenta del siglo XVII regresa la monarquía, pero la situación permanece inestable y finalmente el Parlamento logra imponer a la Corona una Declaración de derechos. Desde ese momento, la monarquía inglesa será una "monarquía constitucional".
Se necesita enumerar estos acontecimientos para poder entender cuanto se modifica, en ciento cincuenta años, la actitud hacia el soberano, y por lo tanto también hacia la censura previa, y por consiguiente también hacia el poder de los stationers. Respecto a estos últimos cada vez hay más intolerancia, así se decide abolir el monopolio sobre el derecho de impresión.
Los stationers iban a ser golpeados donde más duele, esto es en el bolsillo, y entonces reaccionan con rabia. Comienzan a presionar para que la inminente nueva ley reconozca los intereses legítimos y de todos modos les resulte ventajosa. He aquí el nuevo discurso: el copyright pertenece al autor; el autor, no obstante, no posee máquinas tipográficas; tales máquinas las posee el stationer; ergo: el autor de todos modos tiene que pasar a través del stationer. ¿Cómo regular este "pasaje"? Sencillamente: el autor, en su propio interés para que la obra sea impresa, cederá el copyright al stationer por un período a establecerse.
Al final de cuentas, la situación es más o menos la misma. Lo que cambia es la fuente, el presupuesto jurídico. La justificación ideológica ya no se basa en la censura, sino en las necesidades del mercado. Toda mitología derivada sobre el derecho de autor proviene de la estratagema argumental del grupo de presión de los stationers: el autor, de hecho, está obligado a ceder los derechos, pero está obligado... por su propio bien.
Las consecuencias psicológicas serán devastadoras, se llegará a una variante del "síndrome de Estocolmo" (el amor del secuestrado hacia su propio secuestrador), autores que se movilizan en defensa de un statu quo cimentado en su estar a los pies de la mesa a la espera de migajas y de una caricia en la cabeza, paf, paf... ¡guau!
La ley es el célebre "Statute of Anne" - predecesor de todas las leyes y acuerdos internacionales sobre el derecho de autor, como la convención de Berna de 1971, el Digital Millennium Copyright Act, el Decreto Urbani, etcétera - que entra en vigor en 1710. Es la primera definición legal del copyright tal como se lo concibe hasta hoy día, o mejor dicho, hasta esta mañana, porque después del mediodía alguien ha comenzado a ponerlo en duda.
Las dudas surgen porque hoy muchísimas personas pueden realizar una "copia", probablemente casi todos.
Muchos de nosotros tenemos en casa a los herederos domésticos de las tecnologías monopolizadas por los stationers. Para hacer una copia de una obra ya no se necesita pasar a través una corporación profesional. Los herederos de los stationers fueron desplazados por la revolución de microelectrónica iniciada en los años setenta, por el advenimiento de lo digital, por la "democratización" del acceso a la computación. Primero la fotocopiadora y el cassette de audio, luego el videograbadora y el sampler, después la grabadora de cd y el peer-to-peer, finalmente las memorias portátiles del tipo i-Pod... ¿Cómo es que se puede pensar que todavía sea válida la justificación ideológica del copyright, esa que dio forma al Statute of Anne?
Está claro que todo debe ser reformulado, ¡este proceso cambia el rostro, el cerebro y el corazón de toda la industria cultural! Se necesitan nuevas definiciones para los derechos de los que crean, de los que producen y de los que ponen a disposición.
Si una "obra del ingenio" puede llegar al público sin la mediación de un editor, de una discográfica, de productores televisivos o cinematográficos, son ellos quienes tienen que interrogarse sobre como seguir, los que tienen que inventarse algo, los que tienen que redefinir su propia función empresarial y su propia razón social. Intentar mantener con la amenaza de la cárcel un monopolio que ya no tiene más fundamentos significa adentrarse en un callejón sin salida, es un comportamiento de Ancien Régime, de autocracia zarista. Por suerte algunos comienzan a darse cuenta.

sábado, 11 de abril de 2009

Los peligros de Wikipedia

En este artículo de Rebelión Micah White nos advierte sobre los peligros de fiarnos excesivamente de unas pocas fuentes de información. Cuanto menor es el número de fuentes que utilizamos mayor es el riesgo de homogeneización del pensamiento. Dicho de otro modo, si todos nos informamos con las mismas fuentes todos terminaremos, no sólo sabiendo lo mismo, sino incluso pensando lo mismo.
Y eso no es todo, si la fuente elegida es Wikipedia no sólo seremos homogeneizados sino que estaremos irremediablemente mal informados. Baste mencionar a título de ejemplo las 16.000 contribuciones del doctor Essjay, hombre culto que contaba con dos doctorados; o por lo menos eso se pensaba hasta que se descubrió que en realidad no era más que un comedido muchacho de 24 años que mentía sobre su educación formal, ¡ni doctorado ni ocho cuartos! Y como éste, han de haber miles de casos de voluntariosos irresponsables que mandan cualquier cosa con tal de ver sus elucubraciones personales en una página de la famosísima Wikipedia.
Además se debe tener en cuenta que al utilizar todos siempre la misma herramienta de búsqueda, el todopoderoso Google, el orden de los resultados de búsqueda condiciona las posibilidades de variación en las páginas leídas, ya que nunca vamos mucho más allá de la página 3 de resultados.
“Quien controla los resultados de la búsqueda controla también al autor de la búsqueda” dictamina con preocupación el autor. Y por último concluye que la salida se encuentra en las bibliotecas y en desenchufar la computadora.

Bastante lúgubre la visión de White. Creo que demasiado para mi gusto. Y es que si bien uno no puede menos que convenir en que Wikipedia es una fuente poco fiable, y que
también se puede dudar del carácter aséptico, no influído por intereses comerciales, del orden en que Google nos devuelve los resultados de nuestra búsqueda, tampoco podemos pasar por alto un hecho fundamental: los caudales de información que circulan por la red son enormes, inimaginablemente grandes. Para que nos demos una idea veamos algunos números, un poco viejitos, extraídos de este artículo de Laura Siri en la Revista Alambre

"Según un informe de la consultora internacional IDC y el fabricante de sistemas de almacenamiento EMC, en el 2007, la cantidad de información creada estuvo a punto de sobrepasar, por primera vez, la capacidad física de almacenamiento disponible. El estudio recuerda que, en 2006, la cantidad de información digitalizada fue 3 millones de veces mayor que la de todos los libros escritos. En 2006, la cantidad de información digital creada, capturada y replicada fue de 1,288 x 1018 bits, esto es 161 exabytes o 161 billones de gigabytes. Esto es más de lo generado en los 5000 años anteriores."

Y en este caso la cantidad sí importa y muchísimo. Sería simplemente tonto sostener que en esa formidable abundancia de información hay poca que valga la pena. Lo recomendable en verdad es desarrollar las destrezas que nos permitan buscar información de forma eficiente pero sin hacernos dependientes de ninguna herramienta específica, sea Google o cualquier otra, porque no hay recetas perfectas para la búsqueda en ese torbellino vertiginoso que es la red.
Por otro lado no sólo la información digital es dudosa. También existen libros francamente desechables. El hecho de que hayan sido impresos en papel no garantiza su calidad ni mucho menos. De hecho hay mucha superchería y otras sandeces pululando en formato libro.
Pero no por eso vamos a dejar de ir a la biblioteca. Es que no se trata de elegir un formato en detrimento del otro: o la red o la biblioteca. Se trata de complementarlos, no es una competencia: los libros contra la Web. Ambos sirven a los mismos fines: ofrecerle a las personas acceso al conocimiento, a la cultura, al pensamiento crítico, son herramientas fundamentales para el logro de la libertad del individuo.


martes, 7 de abril de 2009

Carta a la Cámara Argentina del Libro en repudio de las acciones judiciales iniciadas contra Horacio Potel

Esta es una carta que envié a la Cámara Argentina del Libro y a la editorial Les Éditions de Minuit con motivo del caso Potel.


Estimados Sres.


Quiero hacer llegar a ustedes mi repudio total y absoluto respecto de las afrentas inferidas al profesor Horacio Potel.
Me refiero al hecho de que el admirable trabajo realizado por Potel en su página Web sobre el filósofo Derrida tuviera que ser cancelado a instancias de la editorial Les Édicions de Minuit y de la Embajada francesa. Y por si eso fuera poco, al generoso y desinteresado profesor, se le amenaza con una pena preventiva de libertad que oscila entre un mes y seis años. Ante tanta prepotencia no cabe más que la indignación, la protesta, la resistencia y la solidarización con el afectado.

Por su parte, Carlos de Santos, presidente de vuestra Cámara ha declarado lo siguiente:
"Esa ley existe para proteger la producción cultural" "La Cámara tiene una acción continua de defensa del derecho de propiedad intelectual. Sin derecho de propiedad intelectual no existe edición posible. Y creo que menos la posibilidad de producción intelectual."
Veamos: ¿Esa ley existe para proteger la producción cultural? ...mmm. No seamos cínicos, por favor. Se puede argüir que la ley existe y hay que respetarla. No es una postura muy racional, porque estaríamos dispuestos a obedecer cualquier absurdo que se convirtiera en ley, pero al menos no intenta justificar una ley que es abiertamente restrictiva, antidemocrática y definitivamente contraproducente. Y esto es elemental, cualquiera sabe que la información y el conocimiento se potencian y se enriquecen con la difusión, es más, esa es su naturaleza, existen para ser comunicados, para ser transmitidos. El conocimiento es por definición un bien social y cualquier restricción a su libre circulación es un ataque a la cultura, la igualdad y la democracia.

Que "la Cámara tiene una acción continua de defensa del derecho de propiedad intelectual", no lo dudamos. Pero no sé si es una actitud como para alardear y enorgulleserce. Más bien me inclino a creer que debería ser motivo de congoja; si estamos obligados por las circunstancias a cometer acciones reprobables, nos debería quedar por lo menos la entereza moral de maldecir nuestra suerte, que nos fuerza a cumplir con nuestro odioso trabajo. Podemos comprender a un verdugo que aborrece su oficio, pero jamás simpatizaremos con uno que se jacta de él como si se tratara de algo bueno.

Continuemos: "Sin derecho de propiedad intelectual no existe edición posible. Y creo que menos la posibilidad de producción intelectual." ¿De verdad cree lo que dice el señor de Santos?
Hay que terminar con la hipocrecía y decir las cosas como son; el derecho de propiedad intelectual es la forma que tienen las empresas editoriales de apropiarse de la creación de los autores para su explotación comercial, de manera tal que priva a todas las demás empresas editoriales, incluido el autor, de la posibilidad de reproducir la obra en cuestión. Es decir, no es ni más ni menos que el monopolio de la explotación de la obra, con lo cual salen perdiendo: las otras empresas, que podrían editar la obra y contribuir a la libre competencia y la consecuente baja de precios; el autor, que, además de no percibir más que las sobras de las ganancias de su obra, ve reducida su distribución y con ello su oportunidad de darse a conocer más eficazmente; y por último y más importante, la sociedad, el público, que es para quien se ha creado la obra y que sin embargo tiene que soportar los precios, muchas veces desmesurados, establecidos por las empresas que detentan el derecho sobre la obra, incluso durante el tiempo en que no la han publicado, negando a todos el conocimiento de ella sin más justificación que su propio capricho y su manía por el lucro. Y es éste justamente uno de esos casos. La editorial Les Édicions de Minuit no ha publicado aquí libros de Derrida, por tanto no puede aducir que el acceso libre a las páginas de Potel la hayan perjudicado económicamente. Pero de todos modos detenta insólitamente el derecho de privarnos a todos del conocimiento de la obra de Derrida simplemente porque ha tenido el dinero para comprar el derecho sobre esa obra.

Está claro que según esta lógica quien tenga el dinero suficiente puede decidir qué es lo que la sociedad debe saber o no. Se trata de un sistema en que se aplica a los recursos intelectuales, renovables e infinitos, los principios propios de los recursos materiales: la escasez. Esto se logra restringiendo la distribución a través de la privatización de los derechos de autor.

Pasemos a la última aseveración: "Y creo que menos la posibilidad de producción intelectual."
Esto ya es inaceptable. El conocimiento sólo se produce a partir de conocimiento. Son precisamente estas artimañas para reducir su circulación y convertirlo en mercancía las que perjudican e inhiben la producción del conocimiento. Si ustedes no hubieran inhabilitado la página del profesor Potel, ahora habría muchas personas que tendrían acceso al pensamiento de Derrida y podrían generar a partir de él nuevas ideas, nuevos textos, nuevas miradas que enriquecerían el patrimonio cultural de la sociedad.

La actual legislación sobre derechos de autor es una clara violación al derecho a la información.
Es por ello que exigimos eximir de toda pena al profesor Potel, ejemplo a seguir
por su vocación de llevar el conocimiento a todos los rincones del mundo, sin ánimo de lucro, con el único y generoso propósito de servir a la sociedad.


Isaac Iván González


Nota: la redacción de esta carta fue favorecida por el acceso libre a las siguientes páginas:
Javier Gimeno Perelló. Hacer libre y universal el pensamiento, la cultura y la información
Andrea Coa. Nada es tan social como el conocimiento
Wu Ming. Apuntes inéditos sobre copyright y sopyleft (2005)

No así por la retención de derechos de autor por parte de las editoriales, que me privaron de mucho de lo pensado por otros autores. Sea por la apropiación sobre obras agotadas, imposibles de conseguir y cuya copia es ilegal, sea por precios irreales que son inalcanzables para personas no acaudaladas.

sábado, 4 de abril de 2009

Un profesor argentino acusado criminalmente por promover el acceso al conocimiento


Reproduzco aquí la noticia publicada por El Grupo de Investigación CopySouth para ayudar a difundir este atropello perpetrado por La Cámara Argentina del Libro, al profesor Horacio Potel y todos los que se beneficiaban con el acceso libre al conocimiento.


Un profesor de filosofía argentino, Horacio Potel, debe responder acusaciones criminales por mantener un sitio Web dedicado a traducciones de trabajos del filósofo francés Jacques Derrida. Su presunto delito: infracción al derecho de autor. Aquí está la triste historia del Profesor Potel. “Estaba fascinado por las infinitas posibilidades que la red ofrecía para el intercambio de conocimientos”, explica Horacio Potel, un Profesor de Filosofía en la Universidad Nacional de Lanús <http://www.unla.edu.ar/index.php > en Buenos Aires. En 1999 el profesor inició un sitio Web personal para recoger ensayos y otros trabajos de algunos filósofos conocidos, empezando por los alemanes Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger. Los sitios Web de Potel – Nietzsche en Español <http://www.nietzscheana.com.ar/>, Heidegger en Español <http://www.heideggeriana.com.ar/> y Derrida en Español <http://www.jacquesderrida.com.ar/> – se convirtieron en crecientes bibliotecas en línea de textos filosóficos descargables gratuitamente. Sólo el sitio Nietzsche en Español <http://www.nietzscheana.com.ar/> ha recibido más de cuatro millones de visitantes. Uno de los más conocidos sitios Web de Potel, el www.jacquesderrida.com.ar <http://www.jacquesderrida.com.ar/> se concentró en su filósofo francés favorito, Jacques Derrida (1930-2004) <http://plato.stanford.edu/entries/derrida/>, de origen argelino y fundador de la “deconstrucción”. En este sitio Web Potel incluyó muchos de los trabajos del filósofo, traducciones en español, foros de discusión, resultados de investigación, biografías, imágenes e informaciones típicas de este tipo de recurso en línea. “Quería compartir mi amor por la filosofía con otras personas. La idea era difundir los textos y hacer una especie de ordenamiento”, declara Potel. Para Potel, lo que él hacía era lo que los profesores han hecho durante siglos: ayudar a los estudiantes a acceder al conocimiento. “No es posible encontrar ni en bibliotecas ni en librerías de Argentina una colección tan completa de las obras de Derrida y Heidegger como las que estaban en la Web”, señala Potel. De hecho, sólo dos librerías en la ciudad más grande de Argentina, Buenos Aires, ofrecen algunos de los libros de Derrida y por tanto muchos de sus trabajos rara vez se encuentran disponibles para los lectores. Potel gastó décadas visitando bibliotecas y librerías para reunir el material que incluyó en su biblioteca en línea. “Muchos de los textos allí incluidos ya están agotados”, argumenta Potel. Los libros que están agotados no pueden ser adquiridos por los lectores y aún así están protegidos por leyes de propiedad intelectual. De otro lado, Potel cree que los precios de las editoriales extranjeras, como las mexicanas Porrua <http://www.porrua.com/> y Cal y Arena <http://www.edicionescalyarena.com.mx/>, son “prohibitivos” para estándares argentinos. Muestra como ejemplo de esto el precio de un folleto recientemente publicado con una conferencia de Derrida. Impreso en tipo de letra grande, el folleto tiene casi ochenta páginas, aunque, sin duda, fuera posible encajar el texto en doce. Se lo vendían por 162 pesos argentinos, aproximadamente 42 dólares americanos por lo cambio actual. Incluso a ese precio excesivo el folleto era difícil de localizar tan solo dos semanas después de su entrada a Argentina. Potel describe que él por su parte debió caminar por Buenos Aires durante una tarde entera para conseguir una copia del mismo. Pero el precio de los libros extranjeros no es la única preocupación en este caso. Para que los trabajos de Derrida sean accesibles al mundo de habla hispana tienen que ser traducidos. Si bien las versiones en español disponibles en el sitio Web no fueron hechas por él, Potel si hizo correcciones a unas cuantas de ellas pues algunas de las traducciones de las obras de Derrida eran de mala calidad. Para hacer los textos más fáciles de entender a los lectores, Potel enlazó la traducción al texto original e incluso la relacionó con los otros trabajos citados por Derrida en cada texto. Eventualmente el popular sitio Web de Potel captó la atención de un editor. El proceso penal en su contra se inició el 31 de diciembre de 2008 después de que se presentara una reclamación por parte de una compañía francesa, la editorial Les Éditions de Minuit <http://www.leseditionsdeminuit.eu/f/index.php>. Ellos han publicado sólo uno de los libros de Derrida y lo han hecho en francés. La queja de Minuit pasó a la Embajada francesa en Argentina y esa fue la base del proceso judicial que inició la Cámara Argentina del Libro <http://www.editores.org.ar/> en contra de Potel. La Cámara Argentina del Libro <http://www.editores.org.ar/> ostenta los cuestionables antecedentes de haber sido responsable de una incursión policial en la sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y de haber logrado condenar a algunos docentes por hacer que los alumnos fotocopien material bibliográfico. “La escena de la policía entrando a Puán es recordada con estupor por muchos miembros de la comunidad académica” indica el informe. Potel enfrenta hoy la posibilidad de sufrir la intervención de su teléfono, sus casillas de correo electrónico y el allanamiento de su domicilio con el fin de “establecer el lugar físico donde se origina el hecho”. Potel ha quitado todo el contenido de su sitio Web, en una decisión que él califica de trágica. “Estos sitios son mi mejor obra. Son el fruto de muchísimo trabajo y fueron totalmente financiados por mí” indica. Aquellos que acceden a www.jacquesderrida.com.ar <http://www.jacquesderrida.com.ar/> hoy encuentran una advertencia: “Este sitio ha sido desactivado debido a una demanda judicial iniciada por la Cámara Argentina del Libro”. Si bien Potel insiste diciendo “nunca tuve la intención de lucrar” con los trabajos de Derrida, lo cierto es que enfrenta una pena privativa de la libertad que oscila entre un mes hasta seis años por violar las leyes de propiedad intelectual argentinas, según lo indica un artículo <http://www.clarin.com/diario/2009/02/28/sociedad/s-01867515.htm> publicado el 28 de febrero de 2009 en la versión en línea del periódico argentino /Clarín/. Si Derrida estuviera vivo, él probablemente agradecería a Potel llevar las traducciones de sus trabajos a millones de lectores de habla hispana que de otra forma nunca habrían tenido la oportunidad de leer los escritos del filósofo francés. En ese sentido veamos lo que el fundador de la deconstrucción dijo sobre la libertad dentro de la universidad: "Lo mantengo, no obstante: la idea de que ese espacio de tipo académico debe estar simbólicamente protegido por una especie de inmunidad absoluta, como si su adentro fuese inviolable, creo (es, por consiguiente, como una profesión de fe lo que les dirijo y someto al juicio de ustedes) que debemos reafirmarla, declararla, profesarla constantemente [...]. Esa libertad o esa inmunidad de la Universidad, y por excelencia de sus Humanidades, debemos reivindicarlas comprometiéndonos con ellas con todas nuestras fuerzas. No sólo de forma verbal y declarativa, sino en el trabajo, en acto y en lo que hacemos advenir por medio de acontecimientos." (Jacques Derrida, */Universidad sin condición/*, Madrid, Trotta, 2002, p. 42) Aquellos que afirman “proteger” los “derechos de propiedad intelectual” de Derrida persiguen a un profesor que simplemente sigue las enseñanzas del filósofo francés y las populariza en el mundo de habla hispana. El Grupo de Investigación CopySouth solicita a la Cámara Argentina del Libro <http://www.editores.org.ar/> y al gobierno argentino que levanten inmediatamente los cargos criminales y que respeten y protejan las libertades académicas del profesor Potel al proveer acceso popular a obras filosóficas. En cualquier conflicto entre la propiedad intelectual y el derecho a la educación y a acceder al conocimiento, elegimos la educación e invitamos a quienes comparten las mismas preocupaciones para que difundan esta noticia lo más extensa y rápidamente posible. Pueden enviar cartas a Les Éditions de Minuit <http://www.leseditionsdeminuit.eu/f/index.php> (7 Rue Bernard Palissy, 75006 Paris 06, France, correo electrónico: contact@leseditionsdeminuit.fr
), a la Cámara Argentina del Libro <http://www.editores.org.ar/> (Av. Belgrano 1580, Piso 4, C1093AAQ Buenos Aires, Argentina, correo electrónico: cal@editores.org.ar) y al Consejo Federal de Educación de Argentina <http://www.me.gov.ar/consejo/cf_autoridades.html> (Pizzurno 935, P.B. of. 5, C1020ACA Buenos Aires, Argentina, correo electrónico: cfce@me.gov.ar). El Grupo de Investigación CopySouth contact@copysouth.org <contact@copysouth.org> El Grupo de Investigación CopySouth (CSRG) fue establecido en 2005. El CSRG es formado por investigadores y activistas en más de 15 países y conduce investigación en una variedad de temas de derecho de autor y cuestiones relacionadas respecto del Sur global. Los ejemplares del Dossier de 210 páginas de CopySouth están disponibles para descarga gratuita (en inglés y español) en su sitio Web (www.copysouth.org <http://www.copysouth.org/>).
Fuente: Rebelión