lunes, 30 de marzo de 2009

El valor de las ideas

Lo mejor que nos puede regalar un libro es el descubrimiento de una idea, un pensamiento. Las ideas tienen esa naturaleza generosa que hace que podamos disfrutarlas aunque no sean nuestras. En ese sentido son el reverso de las posesiones materiales, que desde el momento que pertenecen a un individuo queda fuera del alcance de los demás. La cortadora de césped de mi vecino por ejemplo sirve sólo para mi vecino, yo no la puedo usar porque no es mía -además de que no tengo césped.
En esa peculiaridad reside la maravilla de las ideas. Uno disfruta y aprovecha al máximo las ideas ajenas, las degusta y precisamente en ese proceso se enriquecen las ideas y las personas.

En El hombre común Chesterton dice sobre Henry James:

Puede resultar sorprendente y hasta cómico compararlo con Dickens o con Shakespeare; pero lo que lo hace grande es lo que los hizo grandes a los otros, y lo que sólo puede hacer grande, en el mayor sentido, a un hombre de letras: las ideas, el poder de generar y de dar vida a una incesante producción de ideas. Está equivocado quien afirma que lo que importa es la calidad y no la cantidad. La mayoría de los hombres han hecho algún chiste bueno en su vida; pero hacer chistes como los hacía Dickens es ser un gran hombre. Muchos poetas olvidados han dejado caer un poema lírico con alguna imagen verdaderamente perfecta. Pero cuando abrimos cualquier obra dramática de Shakespeare, buena o mala, en cualquier página, importante o no, con la seguridad de encontrar alguna imagen que por lo menos atrae a la vista y probablemente enriquece la memoria, estamos poniendo nuestra fe en un gran hombre.
[...] Y por más grande que parezca la distancia, es verdad, en el mismo sentido, que tomamos al azar de un tesoro de mustras únicas de ingenio cuando pensamos en cualquiera de las innumerables ideas nuevas de Henry James...

Se podría decir lo mismo del propio Chesterton.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Proyecto de ley de medios de comunicación

Hablemos un poco de información, ya que este blog nació orientado hacia la bibliotecología, aunque luego se fuera desdibujando esa orientación.

Comencemos con una pregunta básica: ¿Cuál es la importancia de los medios de comunicación en la configuración de la opinión pública y la visión de la realidad?
Respuesta: mucha, muchísima. No es muy difícil percatarse de que los medios masivos generan, a través de su omnipresencia, la sensación de que la realidad está reflejada en ellos, todo lo que sucede, todo lo que es digno de saberse, todo todo está publicado en esos imparciales y objetivos medios. Gracias a ellos nosotros, los ciudadanos, sabemos lo que tenemos que saber, nos enteramos de todo, y en base a esa información nos formamos una opinión, sólida y fundada sobre la realidad. ¿o no?
Veamos algunas características que pueden ponernos a pensar sobre lo riesgoso de creer a pie juntillas todo lo que emana de los medios y lo peligroso de dejar esos medios en pocas manos.

En la actualidad en Argentina la gran mayoría de los medios son privados, es decir son empresas con fines de lucro, que por lo general han tenido bastante éxito en eso de lucrar. Algunos medios constituyen gigantescos grupos económicos y como tales naturalmente obedecen a las ideologías propias de las minorías poderosas.
Por otra parte algunos de estos grupos han logrado obtener el monopolio de los medios de comunicación, con todos lo beneficios que esto implica para ellos y todos los riesgos que supone para la sociedad.
Esto es así desde que se sansionó la Ley 22.285 durante la dictadura de Videla, ley que permite los monopolios y oligopolios y restringe la radiodifusión sólo a actividades con fines de lucro. Esta ley infame, increíblemente, sigue vigente hasta hoy. Y esperemos que le quede poco tiempo de vida.

He aquí el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA) que presentó el gobierno y envío al Congreso:

"OBJETO DE LA REGULACIÓN.
Ley 22.285: Únicamente se regulan los servicios abiertos (radio y TV) y los sistemas complementarios más antiguos, como Antenas Comunitarias.
Ley SCA: El objeto de la iniciativa es otorgar marco legal a todos los Servicios de Comunicación Audiovisual independientemente del soporte técnico utilizado para su transmisión. El libre acceso a las nuevas tecnologías permitirá el establecimiento de garantías destinadas a proteger el pluralismo y la diversidad de todas las producciones audiovisuales.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
Ley 22.285: Está limitada por las necesidades de la Seguridad Nacional. La ley actual admite restricciones a la Libertad de Expresión basadas en este motivo.
Ley SCA: Se garantiza el derecho humano universal al derecho a la información y a la libertad de expresión como lo prevé el 13 de la Convención Americana sobre Derechos humanos, que implica el derecho a recibir, difundir e investigar informaciones y opiniones. Los tratados de Derechos Humanos son una pieza fundamental del espíritu de esta propuesta.

AUTORIDAD DE APELACIÓN.
Ley 22.285: El organismo que regula la Radio y la TV está integrado por militares, servicios de inteligencia y empresarios.
SCA: El organismo que regulará los Servicios de Comunicación Audiovisual será dirigido por un órgano colegiado integrado por representantes de la legislatura nacional, de la segunda y tercera minoría y representantes del Poder Ejecutivo Nacional. Se establecerá un Consejo Multisectorial y Participativo integrado por representantes de las Universidades, de las Asociaciones sin fines de lucro, de los trabajadores del sector, etc.

LICENCIATARIOS.
Ley 22.285: La radiodifusión sólo se podía ejercer como actividad con fines de lucro. Las modificaciones operadas durante la década de los 90. Recién en el año 2005 el Congreso Nacional permitió a las personas jurídicas sin fines de lucro ser titulares de licencias de radiodifusión, pero con algunas restricciones.
Ley SCA: Se permitirá el acceso a las entidades sin fines de lucro. Se reservará con carácter inderogable, el 33% del espectro para las personas jurídicas sin fines de lucro tales como, asociaciones, fundaciones, mutuales, etc.

MONOPOLIOS Y OLIGOPOLIOS.
Ley 22.285: Se admiten los monopolios y los oligopolios de medios. El Estado tiene una participación subsidiaria, ya que solo puede dar servicio en áreas geográficas no rentables para los privados.
Ley SCA: Se impedirá la formación de monopolios y oligopolios. Se promoverá el pluralismo del espectro y de los servicios de Comunicación Audiovisual. El Estado Nacional, las Provincias, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y los Municipios tendrán asignadas frecuencias.

MEDIOS PÚBLICOS.
Ley 22.285: Solo se prevé su condición subsidiaria. Las Universidades deben ser titulares de licencias por explotación comercial en TV. Solo se preveía a ATC como empresa comercial.
Ley SCA: Se permitirá que las Universidades tengan emisoras sin restricciones ni obligación de ser sociedades comerciales. Se propondrá un sistema de medios estatales con objetivos democráticos, con participación y control comunitario y social.

CONTROL PARLAMENTARIO.
Ley 22.285: No está previsto ningún control por parte del Congreso de la Nación.
Ley SCA: El control del Congreso de la Nación estará previsto para evaluar el funcionamiento de la Autoridad de Aplicación, de los medios públicos y el desempeño del Defensor del Público. Para ello se crea la Comisión Bicameral de Seguimiento y Promoción de los Servicios de Comunicación Audiovisual.

MULTIPLICIDAD DE LICENCIAS EN SERVICIOS ABIERTOS.
Ley 22.285: Permite que una sola persona sea titular de 24 licencias de servicios abiertos (radio y TV).
Ley SCA: Sólo se podrán tener 10 licencias de servicios abiertos.

MULTIPLICIDAD DE LICENCIAS EN SISTEMAS POR SUSCRIPCIÓN.
Ley 22.285: Los sistemas de TV paga no tienen limitaciones en relación a las licencias que puede poseer una misma persona, siempre que no estén en la misma zona de cobertura. Esto facilita la formación de monopolios.Ley SCA: Las licencias de TV paga estarán limitadas en número y en cuotas de mercado.PLAZO DE LICENCIAS.
Ley 22.285: Las licencias duran 15 años y se pueden prorrogar por 10 años más.Ley SCA: Las licencias durarán 10 años y se podrán prorrogar 10 por años más, previa realización de Audiencias Públicas.

REQUISITOS PARA SER TITULAR DE UNA LICENCIA.
Ley 22.285: Se exigen requisitos personales basados en la posesión de riqueza y preferencia de aspectos patrimoniales.
Ley SCA: Para ser titular de una licencia se ponderarán criterios de idoneidad y de arraigo en la actividad. Se excluirá de la posibilidad de ser titular a quienes hayan sido funcionarios jerárquicos de gobiernos de facto, atendiendo a la importancia de los medios en la construcción del Estado de Derecho y la vida democrática.

TRANSPARENCIA DE LA TITULARIDAD DE LAS LICIENCIAS.
Ley 22.285: Esta ley posibilita que mediante la utilización de sociedades por acciones, se esconda la verdadera titularidad de las licencias.
Ley SCA: Se promoverá un régimen de transparencia de titularidad de propiedad de las licencias.

CONTENIDOS DE INTERÉS PUBLICO.
Ley 22.285: Se permite la codificación de las transmisiones deportivas, impidiendo el acceso abierto a la mayoría de la población.
Ley SCA: Este proyecto prevé que los partidos de fútbol relevantes podrán verse por TV abierta.

MEDIOS DE PROPIEDAD SOCIAL.
Ley 22.285: No están previstos.
SCA: Se promoverá la regularización de medios comunitarios, que han estado excluidos durante décadas.

COOPERATIVAS.
Ley 22.285: Su participación estuvo prohibida hasta el año 2005. Actualmente pueden participar en forma restringida.
Ley SCA: Se establecerá un régimen abierto de participación para las cooperativas. También se implementarán medidas tendientes a evitar abusos de posición dominante.

CINE NACIONAL.
Ley 22.285: No está previsto.
Ley SCA: Se establecerá una Cuota de Pantalla de Cine Nacional, como lo han hecho países como Francia o Brasil."


Fuente: diario Crítica de la Argentina [en línea]. Punto por punto, el proyecto para reemplazar a la Ley de Radiodifusión, 25 de marzo de 2009. Diponible en:
http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=20478

martes, 24 de marzo de 2009

La locura en el arte

¿La locura es un valor agregado en el arte?
Quiero decir ¿la locura de un autor, hace mejor a su obra?

Desde lo personal me apresuro a responder que de ninguna manera podría apreciar más una obra de arte por considerar que su autor padece demencia.
Pero la cuestión me surgió a raíz de ver el documental sobre Daniel Johnston., The Devil and Daniel Johnston.
Al recorrer la historia de ese pobre muchacho atormentado por desordenes mentales y continuas depresiones, uno siente compasión.
Pero cuando uno escucha su música y ve que es considerado una especie de genio uno no puede evitar asombrerse y hacerse la pregunta: ¿es que esa gente que lo admira escuchó realmente su música? ¿será que esa gente lo admira, o intenta admirarlo por compasión?
Intentemos por un momento escuchar esa música y hacer abstracción de las condiciones mentales de su compositor. O imaginemos que el compositor es una persona perfectamente normal. ¿no serían esas canciones francamente desechables, por decir lo menos?

La fama de Daniel Johnston se debe, en primer lugar, a la obsesión de quien se convertiría en su manager, que no dejo de trabajar para que la obra de su artista trascendiera, distribuyendo por dondequiera grabaciones caseras. En segundo término se dio el golpe de suerte: el vocalista de la banda de rock Nirvana tuvo acceso a esas grabaciones, le gustaron y comenzó a usar una remera con el nombre y un dibujo de Johnston. Eso fue suficiente para que el primitivo músico saltara a la fama.

O sea que podemos concluir que para la buena acogida de la obra de Johnston, colaboraron por un lado, su condición de disminuido mental y por otro la celebridad adquirida gracias a esos mecanismos del mundo de la farándula.

Me interesa especialmente detenerme en el primer factor. La idea de locura como fuente de expresión artística surge con el Romanticismo, según el cual el artista es una especie de iluminado al que la obra se le revela desde el exterior, y él y su razón poco o nada tienen que ver con el nacimiento y desarrollo de la obra. El artista se convierte así en un mero receptor. De ahí que la locura fuera bien vista entre los artistas en ese período.
Ahora bien, mantener esa concepción del arte y del artista en estos tiempos, cuando tanta agua ha pasado bajo el puente, parece indicar cierta ingenuidad en materia estética.
Hoy en día sabemos o asumimos que el arte es fruto del trabajo, del estudio, del pensamiento, de la técnica, en fin de un esfuerzo sistemático y perseverante, y quizá de una cuota mínima de suerte, o talento o como se quiera llamar. Tal vez exista la inspiración, pero cuando nos visite nos debe encontrar sólidamente formados para resolver los problemas técnicos propios del arte en cuestión. Si se me ocurre una buena idea musical, debo disponer de los conocimientos necesarios para explotarla al máximo, debo elegir entre los distintos tipos de textura el que más le conviene a la idea: contrapunto, homofonía, monodia, por poner un ejemplo. Incluso podríamos ir más lejos y afirmar, con Herve Fischer, que el artista debe ser un filósofo, añadir a las facultades técnicas las inquietudes éticas y sociales de su tiempo.
En resumen, el artista no es un iluminado, un tipo que ha sido favorecido por la fortuna y ha nacido con dones especiales. Es, por el contrario, alguien que se ha esforzado, que ha estudiado, que ha trabajado durante largas horas de su vida. Y a propósito de horas cito un fragmento de un post sobre el tiempo que se debe dedicar para dominar cabalmente una disciplina específica:
He estado leyendo varios artículos científicos y libros que dicen que se necesitan aproximadamente unas 10.000 horas de estudio y trabajo para dominar una materia. En concreto dicen que hay que repetir “tareas relacionadas” de “temáticas similares” un millón de veces para que el cerebro humano se reconfigure hasta un nivel de maestría en esa materia.
10.000 horas son más o menos 10 años seguidos dedicando una media de tres horas al día a la materia en cuestión. Si esas 10.000 horas se dedican antes de los 20 años parece ser que el efecto es mucho mayor. Estos artículos estudian varios casos de adolescentes “prodigio” que tocan el piano o el violín a niveles de genio. Resulta que todos estos adolescentes “prodigio” realmente no son tan “prodigio”. El resultado es fruto del sacrificio y concentración infinita de estos jóvenes, que desde los 4 o 5 años se han pasado la vida en casa tocando un instrumento musical. Cuando veo a alguien “prodigio” enseguida me empiezo a preguntar lo mucho que le ha costado y admiro su capacidad de sacrificio por lo que le gusta. En esta biografía de Mozart calculan que antes de empezar a destacar, ¡Mozart tocó el clavicordio unas 20.000 horas antes de cumplir los 10 años! Seguramente fue la primera persona de la historia que tocó tanto el clavicordio antes de los 10 años.


Y para cerrar y volviendo al tema de Daniel Johnston y sus admiradores: digámoslo de una vez, simple y claro: a esos románticos trasnochados que admiran a Daniel Johnston les importa un bledo su música, lo importante es que está loco.

sábado, 14 de marzo de 2009

Precisiones sobre la literatura

Les dejo aquí una aguda reflexión de Roland Barthes sobre una característica esencial de la literatura: la variación.
Roland Barthes
Pacto de amor

Un amigo acaba de perder a un ser querido, y quiero expresarle mi condolencia. Me pongo a escribirle espontáneamente una carta. Sin embargo, las palabras que se me ocurren no me satisfacen; son “frases”: hago “frases” con lo más afectivo de mí mismo; entonces me digo que el mensaje que quiero hacer llegar a ese amigo, y que es mi condolencia misma, en resumidas cuentas podría reducirse a unas pocas palabras: Recibe mi pésame.

Sin embargo, el fin mismo de la comunicación se opone a ello, ya que sería un mensaje frío, y por consiguiente, de sentido contrario, puesto que lo que quiero comunicar es el calor mismo de mi sentimiento. La conclusión es la de que, para dar vida a mi mensaje (es decir, en resumidas cuentas, para que sea exacto), es preciso no sólo que lo varíe sino, además, que esta variación sea original y como inventada.En esta sucesión fatal de condicionamientos reconocemos a la literatura misma (que mi mensaje final trate de escapar a la “literatura” no es más que una variación última, una argucia de la literatura). Como mi carta de pésame, todo escrito sólo se convierte en obra cuando puede variar, en determinadas condiciones, un mensaje primero (que quizá también él sea: amo, sufro, compadezco). Estas condiciones de variaciones son el ser de la literatura (lo que los formalistas rusos llamaban la literaturnost, la “literaturidad”), y al igual que mi carta, finalmente sólo pueden tener relación con la originalidad del segundo mensaje. Así, lejos de ser una noción crítica vulgar (hoy inconfesable), y a condición de pensarla en términos informacionales (como el lenguaje actual lo permite), esta originalidad es por el contrario el fundamento mismo de la literatura; ya que, sólo sometiéndome a su ley, tengo posibilidades de comunicar con exactitud lo que quiero decir; en literatura, como en la comunicación privada, cuanto menos “falso” quiero ser, tanto más “original” tengo que ser, o, si se prefiere, tanto más “indirecto”.

La razón de ello no tiene nada que ver con la suposición de que, siendo original, me mantendré lo más cerca posible de una especie de creación inspirada, concedida como una gracia para garantizar la verdad de mi palabra: lo espontáneo no es forzosamente auténtico. La razón es que este mensaje primero que debía servir para decir inmediatamente mi pena, este mensaje puro que quisiera denotar simplemente lo que está dentro de mí, este mensaje es utópico; el lenguaje de los demás (¿y qué otro lenguaje podría existir?) me lo devuelve no menos inmediatamente decorado, complicado con una infinidad de mensajes que yo no acepto. Mi palabra sólo puede salir de una lengua: esta verdad saussureana resuena aquí mucho más allá de la lingüística; al escribir sencillamente recibe mi pésame, mi compasión se hace indiferencia, y la palabra me muestra como fríamente respetuoso de una determinada costumbre; al escribir en una novela: Mucho tiempo he estado acostándome temprano, por sencillo que sea el enunciado, el autor no puede evitar que la situación de la frase adverbial, el empleo de la primera persona, la inauguración misma de un discurso que va a contar o, mejor aún, recitar una determinada exploración del tiempo y del espacio nocturnos, desarrollen ya un mensaje segundo, que es ya una determinada literatura.

Quien quiera escribir con exactitud debe pues trasladarse a las fronteras del lenguaje, y así es como escribirá verdaderamente para los demás (ya que si sólo se habla a sí mismo, le bastará una especie de nomenclatura espontánea de sus sentimientos, puesto que el sentimiento es inmediatamente su propio nombre). Dado que toda propiedad del lenguaje es imposible, el escritor y el hombre privado (cuando escribe) están condenados a variar desde el principio sus mensajes originales, y puesto que es fatal, a elegir la mejor connotación, aquella cuyo carácter indirecto, a veces muy desviado, deforma lo menos posible, no lo que quieren decir sino lo que quieren hacer oír; el escritor (el amigo) es pues un hombre para quien hablar es inmediatamente escuchar su propia palabra; así se constituye una palabra recibida (aunque sea palabra creada), que es la palabra misma de la literatura. En efecto, el escribir es, en todos los niveles, la palabra del otro, y en esta inversión paradójica puede verse el verdadero “don” del escritor; incluso es preciso verlo en ellos, ya que esta anticipación de la palabra es el único momento (muy frágil) en que el escritor (como el amigo que da el pésame) puede hacer comprender que mira hacia el otro; ya que ningún mensaje directo puede comunicar inmediatamente que nos compadecemos de alguien, sin caer en los signos de la compasión: sólo la forma permite escapar a la irrisión de los sentimientos, porque ella es la técnica misma que tiene por fin comprender y dominar el teatro del lenguaje.

La originalidad es pues el precio que hay que pagar por la esperanza de ser acogido (y no solamente comprendido) por quien nos lee. Ésta es una comunicación de lujo, ya que son necesarios muchos detalles para decir pocas cosas con exactitud, pero este lujo es vital, puesto que desde el momento en que la comunicación es afectiva (ésta es la disposición profunda de la literatura), la trivialidad se convierte para ella en la peor de las amenazas. Debido a que hay una angustia de la trivialidad (angustia, para la literatura, de su propia muerte), la literatura no cesa de codificar, en el curso de su historia, sus informaciones segundas (su connotación) y de inscribirlas en el interior de ciertos márgenes de seguridad. Así vemos cómo las escuelas y las épocas fijan en la comunicación literaria una zona vigilada, limitada de un lado por la obligación de un lenguaje “variado” y del otro por el cerramiento de esta variación bajo forma de un cuerpo reconocido de figuras; esta zona -vital– se llama la retórica, cuya doble función es evitar que la literatura se transforme en signo de la trivialidad (si fuese demasiado directa) y en signo de la originalidad (si fuese demasiado indirecta). Las fronteras de la retórica pueden agrandarse o disminuir, del gongorismo al escribir “blanco”, pero lo seguro es que la retórica, que no es más que la técnica de la información exacta, está vinculada no sólo a toda literatura sino incluso a toda comunicación, desde el momento en que quiere hacer comprender al otro que lo reconocemos: la retórica es la dimensión amorosa del escribir.

Fuente: diario Página 12 [en línea] Domingo, 13 de Abril de 2003. Disponible en:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-529-2003-04-13.html


martes, 10 de marzo de 2009

Supersticiones

supersticiones gato negro escalera
He comprobado que buena parte de la gente conserva hábitos supersticiosos. Son muchos los que temen pasar debajo de una escalera. Hay quienes depositan sus esperanzas deportivas en ciertos rituales llamados cábalas, que repiten para que la suerte no los abandone.

Esta circunstancia puede parecer a primera vista insignificante. Sin embargo creo que no lo es tanto, pues en cierto modo pone de manifiesto algunas fallas importantes en la formación del pensamiento crítico de las personas. ¿Cómo alguien puede establecer una relación de causa efecto entre el acto de pasar debajo de una escalera y un suceso posterior cualquiera? ¿cómo alguien puede pretender que el hecho de entrar a una cancha de fútbol con el pie derecho le ayude a ganar un partido?

Por un lado podemos observar que una noción tan vaga como la de mala suerte ofrece ventajas para la conservación de estas creencias. La mala suerte es tan imprecisa que con un poco de esfuerzo la podemos encontrar en cualquier episodio de nuestra vida. Por eso es difícil demostrar que romper un vidrio no nos trae mala suerte. Siempre nos podrán decir que, en cierto modo, posteriormente hemos tenido mala suerte.

Por otro lado, según las supersticiones populares, la idea de causa se reduce a la anterioridad de un hecho respecto de otro; simplemente se considera la ubicación en el tiempo y no la pertinencia y regularidad de esa relación. Me explicaré. Si abro un paraguas dentro de mi casa y luego me pego un porrazo, no hay entre los dos hechos más relación que la de sucesión temporal, uno se da antes que el otro. Pero obviamente esto no es suficiente para atribuir al hecho de abrir el paraguas la causa del porrazo. Para establecer una causa debemos encontrar además pertinencia: o sea si al abrir el paraguas el peso de éste me desestabiliza es pertinente que le atribuya la culpa de mi caída. Otro factor que se debe dar es la regularidad: es decir, siempre que abro un paraguas en una casa me pego un palo. Pero resulta que esto no se observa en la realidad, por tanto no hay entre los dos hechos ninguna relación causal.

Las supersticiones no son perjudiciales en sí mismas pero señalan deficiencias en el rigor del pensamiento.

lunes, 9 de marzo de 2009

¿Pienso, después existo?

Pienso, luego existo razonó Descartes. Y esa expresión se ha popularizado hasta el punto de que ya casi nadie la desconoce. Pero esto no implica que se haya popularizado ese pensamiento. Por el contrario, sólo la frase ha trascendido y su significado ha quedado para muchos en la oscuridad. Y para justificarla se buscan algunos significados un tanto forzados, como que sólo el pensamiento brinda existencia.

Esta confusión se debe específicamente a la palabra luego: y es que se la toma como adverbio de tiempo y no como conjunción ilativa, se la toma como sinónimo de después y no como equivalente de por lo tanto o por consiguiente. Si reemplazamos luego por por lo tanto será mucho más fácil comprender el sentido de las palabras de Descartes. Pienso, por lo tanto existo nos dirá, entonces, que si bien puedo dudar de casi todo (duda metódica), no puedo dudar de que pienso porque dudar es una forma de la acción de pensar. Una vez que tengo la certeza de que pienso puedo inferir que existo pues no puedo pensar si no existo.

Visto así puede parecer un razonamiento simple y evidente, pero su valor está en que en el momento histórico en que fue enunciado, buena parte del conocimiento se fundaba en la autoridad que detentaban ciertos pensadores célebres, cuyas afirmaciones no podían ser sometidas a cuestionamiento. Lo que hizo Descartes con su pensamiento fue instaurar la edad de la razón. Ya no fue posible fundar un juicio en la autoridad de su autor sino que se debía fundar en los precisos engranajes de la razón.

domingo, 8 de marzo de 2009

Imposición de agenda

Hoy casi todo el mundo toca el tema de la pena de muerte. No voy a hablar aquí sobre eso. Me interesa llamar la atención sobre cómo los medios tienen el poder de imponer en sus consumidores (casi todo el mundo) temáticas específicas de un modo avasallador. Y lo más llamativo es que los temas que impone surgen justamente de figuras mediáticas.

La frase que despertó la polémica e inundó a los medios no vino de una persona cualquiera, mucho menos de un pensador, lo que por otra parte, sería imposible (los pensadores no suelen tener lugar en los medios) vino de un símbolo del mundo mediático y sólo por eso merece ponerse en el foco de la polémica, elevarla al nivel de asunto nacional.

Que ahora la gente se vea en la necesidad de discutir e intercambiar opiniones sobre este tema, cuando parecía que habíamos superado el medioevo, no es un hecho espontáneo, no lo decidió la gente, lo decidieron los medios.


Enlaces de interés: Nicolás Casullo. Los medios, primeros demoledores de la política y
Orlando Barone. Entrevista exquisita en Zoom
del blog Soy donde no pienso

Un pensamiento de Lichtenberg

Lichtenberg
¡Qué importante es, en esta vida, la manera de hacer las cosas! Así el café bebido en copas de vino, se convierte en una bebida abominable, y también se volvería abominable la carne cortada en la mesa con tijeras o (y esto sí que yo lo he visto una vez) las rebanadas de pan enmantecadas por medio de una vieja navaja limpia.