sábado, 24 de enero de 2009

Sobre teorías conspirativas

Leyendo un artículo de wikipedia sobre teoría conspirativa encontré este pasaje:
"El término "teoría conspirativa" es en sí mismo el objeto de un tipo de teoría conspirativa que argumenta que quienes usan el término están manipulando la audiencia para desestimar el tema en discusión, ya sea en un intento deliberado de ocultar la verdad o como engaño para conspiradores más pausados"
Interesante. Los que para cada suceso, real o imaginario, entretejen arduas teorías conspirativas, no vacilan en acusar a quienes desconfían, de cómplices o partícipes de las conspiraciones que ellos denuncian. De esa manera se eximen de la complicada tarea de revisar los propios fundamentos de sus teorías.
No descreo a priori de toda teoría conspirativa. Sólo desconfío de aquellas que resultan francamente inverosímiles.
O más bien, a decir verdad, comienzo a creer que las teorías conspirativas son obra de quienes quieren llenarnos la cabeza de tonterías para distraernos de los problemas realmente importante de la sociedad actual.
Salvo que este tipo de explicación entraría en la categoría de teoría conspirtiva, con lo cual, si mi teoría es exacta, su propia credibilidad se vería notablemente reducida.
Pero bueno, no nos queda más que desconfiar a discreción.

domingo, 18 de enero de 2009

La ideología en la prensa

La teoría de la ideología de John B. Thompson centraliza el tema de la comunicación masiva, como base para entender la cultura contemporánea, en el marco de la sociología y la teoría social[1]. La comunicación se inscribe y se define, pues, dentro del análisis de la cultura. Pero ¿qué se entiende por cultura?
Thompson distingue cuatro posibles definiciones de las cuales la más relevante, adecuada y útil es la concepción estructural: “… definiré el análisis cultural como el estudio de las formas simbólicas –es decir de las acciones, objetos y enunciados significativos de varios tipos- en relación con contextos y procesos socialmente estructurados e históricamente específicos[2] en los que se producen, transmiten y reciben estas formas simbólicas.”[3] Todo producto cultural es, por lo tanto, susceptible de interpretación; es, por definición, portador de sentido; su naturaleza consiste en estar concebido y dirigido a crear significación, transmitir ideas, nociones, conceptos en un interlocutor o receptor dado. Los “contextos y procesos” en los que tienen lugar los mensajes de los medios son “socialmente estructurados” porque guardan un orden establecido por jerarquías y asimetrías entre sus grupos componentes (clases sociales, grupos étnicos, generacionales, etc.), las cuales condicionarán la recepción e interpretación que hagan de las formas simbólicas. Son “históricamente específicos” porque están ubicados en un tiempo y un espacio determinados y porque no son naturales y necesarios sino hijos del devenir social y por lo mismo contingentes; esto es, que lo que hoy es, bien pudo no haber sido o ser de otra manera, la estructura social es un resultado del comportamiento social y como tal podría modificarse.
Algunas consideraciones sobre la importancia de la prensa.
La prensa es un producto cultural. Es una forma simbólica característica de la sociedad moderna. Tiene una incidencia mayúscula en la vida cotidiana, en la vida de los individuos y la sociedad. No detenta, desde luego, la omnipotencia que algunas teorías le han atribuido, sobre el comportamiento de sus receptores. Sin embargo quizá mucho más interesante y trascendente es lo que su aparición y extraordinaria difusión han comportado en una perspectiva histórica, esto es un cambio antropológico, un cambio en la estructura mental del hombre. No se piensa hoy como se pensaba antes del surgimiento de los medios masivos (a partir de la difusión del libro a través de la imprenta). La convivencia con los medios es hoy no sólo permanente sino inevitable y esa ubicuidad le confiere diferentes niveles de incidencia sobre el público.
Por otro lado el caudal de información movilizado por la prensa y su alcance social, el carácter instantáneo, diverso y remoto de esa información nos hace olvidar, a menudo, que las noticias que la contienen no son una transcripción de la realidad –la realidad no es de naturaleza lingüística. Sino que son, en primer lugar, una selección de hechos en la que prima el criterio establecido por una institución determinada, de donde las noticias emanan, que responde a intereses determinados. En segundo lugar son una verbalización de los hechos, lo que implica una formulación que los hechos en sí mismos no tienen, una elección de los términos que las componen, un orden y una sintaxis que les otorga sentido. Nos olvidamos en definitiva que las noticias no son nunca objetivas y neutrales. Son bien otra cosa. Son transmisoras de ideología por naturaleza y no pueden no transmitirla.
La ideología no es cualquier conjunto de creencias, opiniones, actitudes, etc. sino sólo las que se transmiten desde un grupo social dominante a grupos sociales dominados para conservar las relaciones de poder y favorecer los propios intereses del primero. Thompson la define así: El análisis de la ideología concierne en primer lugar […] con [sic] los modos en que el significado y el poder se intersectan. Tiene que ver con las maneras en que el significado es movilizado para los intereses de individuos y grupos poderosos… el estudio de la ideología implica analizar las formas en que el significado contribuye al sostenimiento de relaciones de dominación, en contextos socio-históricos específicos.
Distingue, además, diversos modos en que se puede dar la ideología. A través de la legitimación se presentan las relaciones de dominación de manera tal que resultan aparentemente justas y universalmente favorables (para dominantes y dominados). Puede darse también bajo la forma de la disimulación al omitir toda referencia al orden social y sus asimetrías y arbitrariedades. La fragmentación tiene el mismo propósito al fomentar la oposición de los grupos sociales subordinados entre sí y desviar la atención de los niveles más altos. Por último la reificación es otro recurso ideológico que consiste en tomar los procesos sociales como cosas, como estados naturales, intemporales, independientes del devenir histórico. En este sentido el término ‘ideología’ se puede considerar equivalente o al menos aproximado al concepto de ‘manipulación discursiva’ utilizado por Teun Van Dijk: La manipulación no solo involucra poder, sino específicamente abuso del poder, es decir, dominación. En términos más específicos, pues, implica el ejercicio de una forma de influencia ilegítima por medio del discurso: los manipuladores hacen que los otros crean y hagan cosas que son favorables para el manipulador y perjudiciales para el manipulado. En un sentido semiótico de la manipulación, esta influencia ilegítima también puede ser ejercida con cuadros, fotos, películas u otros medios.[4] Vale aclarar que el enfoque de Thompson no se interna en la crítica de la ideología sino que excluye el tema de la injusticia de las relaciones sociales y se centra en la reproducción de esas condiciones propiciada por la ideología. Por su parte Van Dijk caracteriza la manipulación como influencia ilegítima y esto le da su planteo una dimensión más crítica.


[1]. Thompson, John B. La comunicación masiva y la cultura moderna. En revista Versión, nº 1. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, Octubre de 1991.
[2]. La cursiva es del original.
[3]. Todas las citas y referencias de Thompson, en lo sucesivo, corresponden a Op. cit.
[4] Teun Van Dijk. Discurso y manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones. En Revista Signos 2006, 39(60), 49-74 versión on-line

domingo, 4 de enero de 2009

Aclaración

Creo que es mi deber dejar claro que desde hace algún tiempo (más exactamente desde el lunes 23 de noviembre) este blog ha sido actualizado sólo por mí, léase Isaac, ya que mis compañeros de ruta, por distintas razones, no han podido colaborar. Valga la aclaración para que nada de lo que yo pueda decir sea imputado a ellos, que son inocentes de todos mis desatinos.